El jueves 6 de Octubre, el Arzobispo de Lima señaló a los fieles asistentes la importancia de reconocerse como hijos de Dios.
“El ambiente de nuestros corazones es de agradecimiento y de oración por este día de fiesta, de una fiesta que debe ir dentro del corazón. Vale la pena, cuando nos reunimos en la casa de Dios, sacar del fondo del alma, esa maravilla de ser hijos de Dios. Considerar esa realidad nos llena de paz, nos llena de esperanza y nos fortalece: “Soy hijo de Dios, Dios es mi padre”. Hay que repetirlo muchas veces porque el mundo de hoy a veces parece un poco huérfano. Parece que no recordamos de dónde venimos ni quienes somos. Queremos encontrar paz y alegría en cosas muy pasajeras. Y lo mismo pasa al revés, nos llenamos de preocupación y tristeza por tonteras, nos olvidamos de lo que importa”.“Dios nos ha dado la ley para ser felices, vamos a decir los 10 mandamientos, que son una ley que nos permite ser libres. Hay que repetirlo: la libertad de los hijos de Dios. Una libertad que tiene unos límites pero no para quitar mi capacidad, sino para no dejar que me caiga al precipicio. El Señor me dice: “Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón”, y empieza esos grandes mandamientos que te hacen libre y feliz, pero que te pide que obedezcas. No seas esclavo de esa ley antigua del pecado, no seas esclavo de esa soberbia”.
“El pecado esclaviza. Te parece que eres más libre pero después te pone triste cuando te das cuenta que has caído en la droga, el sexo, que el dinero, el malhumor, etc. Y te das cuenta que eres esclavo de cosas tontas. Yo te invito: los mandatos del señor son rectos y alegran el corazón. No estés triste, pues el gozo del Señor es nuestra fortaleza, por eso obediencia y libertad van siempre unidos”.
Concelebraron la Sagrada Eucaristía, Monseñor Adriano Tomasi, Obispo auxiliar de Lima; el Padre Javier Cayo, Párroco de la parroquia San Pablo y Nuestra Señora del Carmen, y demás sacerdotes.